Francesca Ferrari
Qué más dan los vértices
corruptos si, al tiempo,
no valen nada
porque tú lo has dicho.
Si tres versos más abajo
rompió aguas
el aliento de la primavera,
y yo no pude hacer nada más
que retrasarla
nevando harina.
Ha pasado:
hoy ya no puedo
doblar tranquila
un par de calcetines.
Hasta mi teclado se ha helado.
ResponderEliminar