La melancolía del viajero
nace en los párpados.
nace en los párpados.
Déjanos,
previo al ecuatorial encuentro,
anudarnos la garganta
a las nubes de este campo,
que se queda atrás
o adelante
según qué
sé
sé
contestar.
Cien arrugas de una boca nos licencian
novelistas de trayecto.
Mientras,
el trasbordo entre tus manos y mis sienes
me ha servido y ahora hablo
más despacio
más adentro.
La melancolía del viajero
nace en los párpados
pero se vacía
en las entrañas.
Me encanta...
ResponderEliminarBesos.
Qué buen final. Y el ritmo del poema, muy medido.
ResponderEliminarEso me pregunto yo ¿quien puso alas al hogar?
ResponderEliminarMuy reflexivo tu poema.
Y después poco a poco vuelve a brotar.
ResponderEliminarSomos mente y somos manos, y tu poema parece decir que quien lo sabe será viajero, que podrá hacer millones de kilómetros sin falta de subirse a un tren o a un avión. ¿Es el misterio que encierra la escritura?
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